Entre los diversos ensayos acerca del uso de drones en citricultura llevados a cabo por técnicos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) también se evaluó la efectividad de la aplicación de insecticidas con estos vehículos no tripulados para el control del minador de los cítricos (Phyllocnistis citrella). Esta plaga afecta brotes y hojas jóvenes, reduciendo la capacidad fotosintética y predisponiendo a los árboles a enfermedades.
En una finca de limonero Lisboa injertado sobre Flying dragon, en la localidad de El Tajamar (departamento Burruyacu), se comparó la eficiencia de las aplicaciones aéreas con dron frente a las pulverizaciones terrestres realizadas con una hidroneumática Martignani.
Los resultados fueron claros: el control mediante el dron fue tan eficaz como el de las pulverizadoras tradicionales, pero con una ventaja clave: aquel puede llegar a zonas de difícil acceso y reducir riesgos ambientales. “Esto convierte al dron en una alternativa interesante para lotes aislados, zonas con pendientes pronunciadas o áreas cercanas a zonas urbanas, donde el acceso de maquinaria terrestre es más complejo”, dijeron los técnicos.
Si bien los resultados fueron promisorios, advirtieron que es necesario continuar con las evaluaciones para diferentes fines en diferentes edades de plantas, marcos y diseños de plantación a lo largo de toda la campaña.
Según indicaron, desde la calibración de pulverizaciones hasta el control de plagas y la medición de parámetros vegetativos, los drones demostraron ser una herramienta versátil y eficaz para la citricultura tucumana.
La reducción en el uso de agua y plaguicidas no solo implica ahorro económico, sino también un aporte a la sustentabilidad, al disminuir el impacto ambiental de la actividad. Y la posibilidad de aplicar en zonas de difícil acceso y de obtener información precisa del cultivo amplía el abanico de decisiones disponibles para los productores.